1 Todos los que estén como esclavos bajo el yugo de la servidumbre
consideren a sus dueños como dignos de todo respeto, para que no se
blasfeme del nombre de Dios y de la doctrina.
2 Los que tengan dueños creyentes no les falten al respeto por ser
hermanos, sino al contrario, que les sirvan todavía mejor por ser creyentes
y amigos de Dios los que reciben sus servicios. Esto debes enseñar y
recomendar.
3 Si alguno enseña otra cosa y no se atiene a las sanas palabras
de
nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es conforme a la piedad,
4 está cegado por el orgullo y no sabe nada; sino que padece la
enfermedad de las disputas y contiendas de palabras, de donde proceden las
envidias, discordias, maledicencias, sospechas malignas,